miércoles, 26 de marzo de 2014

Lo Desconocido

Pues claro que podemos tocar el Sol, no pensaba ir de día –dijo.
Como una espontánea brisa vespertina de un día de primavera, había vuelto.
Como un pacto unilateral que yo aceptaba sin ningún remordimiento,
Como la espontaneidad sin consecuencias ni cicatrices duraderas,
Como si nada pudiera llamar a la puerta para interrumpir,
Como si reír ya no fuera ningún compromiso,
Como algo efímero que dura eternamente,
Como desafinar queriendo,
Así, como
Él.

Con esa levedad de lo que no se puede poseer, pero es precioso mirar. Con la ansiedad de la incertidumbre que no se quiere interrumpir. Como la decisión de no deshojar una flor porque completa es demasiado bonita.

Con la locura reflejada en mis ojos, con un horizonte infinito abierto en los suyos. Con un mundo lleno de posibilidades, había encendido una chispa eterna dentro de mí.
Me di cuenta de que en realidad, no quería cambiar nada. Porque todo era caóticamente perfecto, y aunque no me gustara reconocerlo, era misteriosamente precioso.




‘Estábamos juntos, el después lo he olvidado’ Walt Whitman.

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