domingo, 27 de abril de 2014

La Demencia de las Consecuencias

Ha pasado mucho tiempo, y sigo musicalizando y deformando mis pensamientos. No soy capaz de olvidarme de mí, ni de ellos, ni de olvidar.

Comienzo a entonar dramas en esa niebla oscura e inmortal. A mi no me borra. Sí al horizonte, a los sueños fugaces, que se ocultan en ese cielo insípido, sin estrellas.

Como observador de la pérdida desmedida, camino entre tanta jungla de porcelana. ¡Qué frágil que fue!, y tan nada que es. Aunque se alzara, sí, como grandes llanuras verdes. Veo sonrisas, y sin sorna, felicidad, y sin miedo, pulcritud. Y comparo, estúpido de mí. Pero me complace aun así. Y lloro.
No puedo ahora encontrar más belleza, en ese vacío de ruinas y de escombros de vidas ya desembocadas o extraviadas. Maldita belleza, dulzura de mi imaginación que contempla otras esferas, de sus vidas, ya muertas.
Hastío, añoranza, soledad.

Encuentro una nota, que leo con desenfreno. En ella siento palabras de supervivencia, y también palabras de final, de oscuridad del pasar del tiempo. Releo. Y estoy acongojado, contrito de haberles dejado marchar. ''No los conoces'' suena en alguna parte, y lo sé, sin embargo conocía a mis familiares y también partieron. No los conozco, y todo lo que tengo es comparar con ilusiones y recuerdos, ¿para qué?: lágrimas y silencio.
Al avanzar veo sus cuerpos desvencijados, secos. Vuelo a sus mundos, los que no conozco. Seguramente ascienda a mis recónditos sueños, al menos ya sé que sigo siendo yo. Y como no, comparo, y me acribillo.

En algún momento he dejado de aguantar la parafernalia de destrucción, huyo. Mi hálito me hace seguir aquí, mientras que ellos son maniquíes materiales. Son dunas; yo aun soy vergel, o al menos ilusión de un oasis.

No sé a donde voy.

Estoy solo, todo se conglomera en mi cabeza. No entiendo nada. ¿Enloquezco?

Sigo sin manada. Tampoco tengo olfato, ¿o es que faltan aromas?. Mi vista se desmorona. Hablo, escribo, pregunto, me pregunto, dudo. Siempre un 'no sé'.

¿Sigo aquí?, cuanto limbo. Recuerdo un poema:

Se desbocarán los riachuelos,
y en esa memoria
caerán desconsuelos,
sucios y únicos desconsuelos.

Ni siquiera sé si lo recuerdo o lo invento. El dadaísmo llama a mis puertas.

Sigo desentonando en este mi papel. Estoy muerto, lo sé, pero algo queda. 
Tal vez sí.
Esperanza, tras esa solitaria sensación, que vive junto a mí, junto a ellos, junto a todos.

No hay comentarios :