viernes, 16 de mayo de 2014

Diario Nostálgico

Ayer me caí, y todo el sentido de mí se fue al traste. Lucho constantemente por seguir adelante, pero siempre vuelvo a la derrota, ya es mi más fiel compañera.

Y el sentido se me escapa entre los recuerdos, la memoria no se acuerda de olvidarme, y yo no existo ni en esa historia ni en la venidera, no sé que puedo ser ya, no lo sé.

Me ahogo en mis sentimientos, aunque los excave en miserias pasajeras. No puedo pensar y a la vez pensar en dejar de hacerlo, ya no encuentro la salida. El armario se cerró al olvido.

Por encima de todo están sus imágenes sonrientes y las no tanto, por debajo el relleno, el que me dejan; no podría exprimirme sin ese vacío tan completo que me solidifica, y a la vez me petrifica. También afloran las estupideces de esos simples locos, en tan poco había tanto.

¿Qué soy en este relato tan inacabado y sin embargo, tan congestionado? Nunca lo sabré, siempre habrá sitio para ellos en mi gran palacio eterno, estén donde estén, esté donde esté.

Cuando pienso en que ya no viven, me cuesta imaginarlo, no puedo aceptarlo, soy débil, y sólo sé que una parte de mí sí ha muerto.

Algún día acabaré con todo, porque nunca volverán, y nunca volveré, o quizás nunca me haya ido. Estoy vivo, pero no lo noto, la existencia es un cauce demasiado grande, y mi río está tan seco...

La espera está a mi lado, juntos nos sentamos cada día para ver pasar las estaciones, aunque siempre las veo otoñadas. Y esperamos, no sabemos a qué, tampoco nos conocemos y aun así hablamos.

Así que permanecemos, y no me impaciento, porque el tiempo no es una carga, ya que los fantasmas no existen, o eso supondrán los demás hasta que me conozcan.

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