domingo, 11 de mayo de 2014

Hacia lo Subterráneo

Retrospectivamente estoy observando el pasado, su pasado, de su gloria bendita y de sus inmensos fallos.
Mi padre, que pudo darme tanto... y no. Sólo siento derrota, por desconocerlo y por no poder reconocerlo.

"Mis viajes me han mostrado cuentos infinitos y realidades absorbentes, y ahora estoy viendo que el recuerdo se arremolina en paisajes descendentes, o quizás elocuentes. Me estoy hablando a mí mismo, y mi memoria me grita que esto ya ocurrió, en otro abismo. Sí, el pasado está volviendo como sol con su fulgor, como fuego con su ardor. O tal vez lo que esté volviendo sea mi creatividad sin calor, en una locura sin pudor.
Así me encuentro observando a un joven desvaído y taimado, y siento algo extraño, como ya escuchara: ''Prosigue el poderoso drama''. Me embargan sinestesias que corroboran vacíos en esta historia: tristeza en mis músculos, ceguera en mi razón turbia, pasión en mi coraza mustia.
Y este personaje está vivo en mí y sin embargo, desconozco donde lo vi. ¿Exististe en realidad, o sólo eres un desvarío criminal? Sin responder sigue avanzando, conoce su mundo, y el conocimiento lo está cazando. A mí algunas experiencias me sonrojan, como al chaval que fui, otras, en la locura adolescente, me causan frenesí. ¡Me alegras y me arreglas a la vez que me sulfuras y me entierras espectro mío!, ¡Mi ausente vivencia, mi pasada existencia, mi imaginada presencia! 
Algo pasa. Un pétalo de rosa cae, y a él la vida ya no le atrae. Se aleja de sus maneras de actuar y construye un búnker artificial, donde se esconde del olvidar. Un luto de infierno lo atrapa. A mí el corazón se me desboca, y todas las experiencias se alían en una, el dolor de la muerte que me agota. Aunque tan solo es una recreación, yo noto desolación, pues esta persona ha perdido una batalla que nunca había esperado, su vida se ha desmoronado. Siento pena por su situación, o incluso más profundamente, siento una nueva sensación, que brota como hielo en invierno, en un auge irreprochable y eterno: la muerte recordada, mi segunda defunción."

Estaba tan equivocado... en mi conciencia, quizás en mi recuerdo, encontraba su vida errada, nada más que eso. Y sé que me equivocaba en esas mañanas de mi primavera, pues gracias a él lo tenía todo. He aprendido que su forma de vivir, y de ser social provenía de algo, tenía sentido. No pudo ahogar su dolor ni con lo etílico ni con lo onírico.
Releyendo esto ahora veo como una vela de amor ardió siempre en sus ojos, y aunque con el Alzheimer olvidó todo eso y se transformó en un mero existir, quiero creer que con esta carta de lucidez pudo recordar ese romance que le atracó y en alguna época, desconocida por mí, le hizo feliz. Y tras tanto tiempo de todo aquello, pienso que ha llegado el momento de que me sumerja en las profundidades, para rescatar los restos de su podrido naufragio y construirle un monumento, el de mi perdón perpetuo.

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