Aunque veamos un futuro, unos deseos los cuales 'algún día' se cumplirán, sabemos que ese proyecto de vida nunca será tal y como lo vemos, esos detalles que imaginamos a la perfección nunca ocurrirán.
Cada elección, desde elegir qué carrera haré hasta que bolígrafo elegiré afectan. Afectan de un modo extraño, pues todo lo que somos es 'arcilla', y estas elecciones nos moldean.
Algo parecido se ve en los sueños. Siempre soñamos con algo, que puede ser más o menos posible pero que siempre está ahí. Así pues, estos sueños modifican esas elecciones.
Tú eliges conforme, más o menos, al proyecto, al conjunto de sueños que tienes. Es decir que un adolescente que haya soñado desde siempre con ser físico no va a elegir la rama de letras; pues aunque le agrade esa idea, su sueño siempre ha sido el de ser físico y por tanto esta será su prioridad.
Ahí entra en juego la frustración, que sentimos al realizar la acción de 'elegir'. Al elegir ya estamos haciendo 'fracasar' lo que no elegimos, aunque eso no quiere decir que lo no elegido no se vaya a realizar nunca. Los caminos cambian, y una elección nunca es permanente.
Así retomando a la pregunta; la vida no tiene dirección hasta que morimos, hasta que definitivamente se acaban las elecciones. Así, en el final de todas las cosas somos la definición de toda nuestra vida, de todo lo que hemos sentido, pensado, hecho ...
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