Átomo, cada átomo,
parte de mí,
parte de ti.
Base e inicio,
de las medidas dibujadas,
del cosmos imperturbable.
Gota a gota,
gigantes se forman,
por causa del inicio,
ya pasado,
que será futuro,
y es eternamente presente.
Todo,
en un minúsculo detalle,
y sin embargo, todo.
Principios invariables,
en mi mundo,
y en sus paralelos,
en cada existencia,
viva, o muerta.
Explosión, magia, creación,
pero un punto,
en un tiempo fosilizado.
Y desde aquí al infinito,
se multiplican las mismas canciones,
las que retumban,
en lo más hondo,
donde silencio e invisibilidad conversan.
Ya sin ampliar,
al observar un desarrollo,
siento un collage de miles de pinceles.
Así, un director de orquesta,
se asemeja a los que ya lo fueran,
a los que están arriba, y nunca lo serán,
y a la gran ecuación que ocupa mi mar.
Pintores de abstractas caretas,
también construyen,
aunque en constantes facetas,
que no ocultan el eco de un profundo pozo.
Vidas, en redes y redes,
muy semejantes,
como el mismo inicio del todo,
como el mismo inicio de la nada.
Similares a lobos solitarios,
fuera de estas esferas,
todavía habitan tesoros,
que alimentan la intriga,
imperecederamente.
Estos son,
lo que nunca conoceremos,
lo que todavía no sabemos,
y un aroma incesante,
que salpica como polen,
un interior desconocido,
esencialmente fascinante.
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