domingo, 16 de marzo de 2014

Rutina Lunera

Largo tiempo atrás, un personaje actual llegó a casa. Allí se dio cuenta de que había luna llena, tanto le fascinaba que se sentó en el balcón a contemplarla.
“Luna, he pensado en todo. Puedo escapar de tantas cosas, pero a la vez de tan pocas. Estoy atado en tanta libertad. Creo que siempre hay una mano sigilosa, que me maneja, aunque no siempre es la que pensamos, pues hay hilos ocultos en cordilleras, y otros ahondados en grandes cuevas.
¡Ai lucero mío!, ¿Por qué siento esta turbia necesidad de verte?, si sé que no debo vivir siempre así, con un vicio como tú. Me ayudas, pero sufro en silencio. No hay lágrimas, hay vacíos que gritan en mi movimiento, en mi acción habitual. Siempre observo a los demás, y presiento que ellos también son dolientes por culpa de mi mismo aliciente: tú, tú, y tú. Estás en los días grises, en los que no hay nada más, incluso en los que no estás, pues eres droga de la que no puedo escapar, ni parar de pensar, que existes ocupando mi soñar. Y yo, como esclavo incapaz, me duermo en tus confortables brazos, sintiendo felicidad irreal, que gotea en mi perdida y deseada, libertad moral.
¡Amanece oh luz liberadora, y tú maldita luna perece! Quiero sentir mi decisión volar, y así caminar, entre las sendas ocultas, de la verdadera naturaleza, mi profunda humanidad."

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