domingo, 20 de abril de 2014

El Yunque del Pasado

Ayer, justo ayer, subía sin tambalearme a la cima de mis objetivos. Me sentía esplendoroso, por fin lo había logrado todo (porque mi meta había sido mi obsesión). Disfruté y disfruté allí arriba, saboreando cada palmo de la gloria que en realidad yo mismo había exacerbado.
Cuando el ayer acabó, comenzó el basto oleaje que nos golpea siempre. Ya que tras la pesada lucha, y sobretodo tras ganar la batalla, había comenzado a experimentar un sentimiento nuevo: una ambición inacabable. 
No entendía, cuando comencé a pensar sobre esos momentos el porqué de esa actitud, pues en el pasado había abierto tantas puertas (en muchas de las cuales me había adentrado) que no creía que a mí pudiera llegarme ese sentimiento tan fantasmal. Pero ahora, entiendo mejor, y conozco que hay consecuencias imprevistas que nos esperan al final de cada sendero; así sé que la escalada que intenté (y conseguí, o eso pensaba en aquel momento) nunca se acaba, pues cuando caes en el pozo es muy difícil evitar la ambición. Podía utilizar mis sentidos, pero en realidad estaba ciego. Por lo tanto nunca paré de ascender. Cada vez veía más caída y cada vez veía más resultados que conseguir; ni el cielo me acotaba. 
Sin embargo, un día todo terminó, como puedo observar ahora con claridad. La bajada de mi montaña de cristal fue más brusca e inesperada de lo que alguien que la hubiera tenido en cuenta (yo no, por supuesto) hubiera imaginado.

Y ahora yo estoy aquí, escribiéndome a mí mismo en un diario de recuerdos, y quizás melancolía. No sé donde he acabado, las sombras del pasado se mezclan con mis sueños adulterados, que como morfina me tranquilizan. 
Y aquí sigo, no puedo excavar más, ni tampoco puedo enterrar, solo quedan memoria y silencio.

Quizás mañana no vuelva a caer en esta viva adición mía... demasiados sueños, el pozo en el que caí sigue encerrándome. Por ello nada puedo hacer, nada más que sufrir con la memoria, y pasear entre todo el ruido de mi alrededor hasta que algún día me llegue, o yo mismo me cree, mi silencio.

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