jueves, 3 de julio de 2014

Circunstancia

En ocasiones hay momentos donde el punto clave del edificio se derrumba. En otras la constante lluvia nos aleja de vislumbrar el deterioro paulatino.
En las primeras, en esas vías de cambio, recordamos cada ladrillo y cada color de esa construcción, y caemos en un túnel oscuro que nos nubla y enfría. Más tarde, salimos de la oscuridad y observamos la luz de otro modo, y también miramos los días lejanos con ojos jubilados. Todo esto ocurre en instantes aplastantes, irrefrenables y sobretodo, irrepetibles, pues nos daremos cuenta de que cuando intentemos volver a los calendarios pasados las ruinas no serán más que eso, recuerdos de todo cuanto fueron. Porque sí, los castillos pueden derruirse (aunque siempre habrá nuevos proyectos en mente), pero esas imágenes indisolubles en nuestra memoria perduran, como esos cimientos inexpugnables a partir de los cuales se elevaron grandes cosas, y que ahora también cimentan una parte del personaje que los recuerda.
Tronará y tronará la tormenta cuando se hable del desenlace, y ahí conoceremos que cuando todo se diluya nada acabará, todo eso existirá, en otro lugar ...

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