jueves, 3 de abril de 2014

Tu Viva Identidad

Camarada. Mi compañero.
¿Qué buscas bajo el dulce viento que te mece?,
porque ya conozco esa sensación,
la tuya, y en ocasiones mía,
ese miedo que nos deja perplejos,
corrosivo como una melodía del recuerdo.
Ese, que nos hace ser tan sombríos,
y alienta a la soledad.
La que nos persigue en el futuro,
en miradas constantes,
y nos merma, 
como tantas otras veces,
en las hogueras de la espera.

Yo te digo:
No sufras en tristes baladas,
melancolía no es la palabra para despertar,
pues esto es una tempestad,
frágil, tan volátil,
como todo lo que tenemos,
como todo lo que conseguimos.

Tampoco te preocupes, 
ya lo sabías aun sin saberlo,
ya lo has experimentado;
que siempre afloran dudas que alimentan,
desde su simple y vacío nacimiento,
la ruptura de algo irrompible,
algo increíblemente cierto.

Ahora, en este día tan nublado,
recuérdate que puedes recordar,
y que has tenido miles de páginas versadas
en tantas sensaciones que nunca han sido vacías,
ya que conociendo todo lo que significan,
tú puedes sobrepasar el existir,
 y volar.

Y volar,
de nuevo, 
y otra vez,
y siempre,
pues el aire nos respira siempre,
y el corazón nos bombea hasta la muerte.

Sí, tú,
que siempre te trabas por el sentido,
y no, no quieres.
Que cuando no queda nada, 
remas en una dirección,
dentro de un inmenso mar que existe y permite existir,
y en el que sientes vacío.

Yo vengo a ahuyentar las tormentas,
porque sé que buscas un camino
marcado con acero.
Aquí te libero,
caminando junto a ti en este instante,
para que observes que hay infinitas variables,
muchos, muchos y muchos recorridos,
todavía inexplorados,
ni por nadie,
ni por ti.

Vive,
y no olvides el amor,
el que te hará perfecto,
en un mundo de silencios que dañan,
y que agrietan,
la más mísera felicidad del que ha logrado sentirlo todo.
Esa sensación,
desconocida cuando no está,
indescriptible cuando se acerca,
como las flores del nuevo año,
como las flores de la primavera.

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