miércoles, 27 de agosto de 2014

Lejanía

No puedo ver el pequeño manantial con agua,
con olor a sí mismo,
dándome vida y repleto de ella,
ni al fresno del final del camino,
zarandeado por el viento,
con sus hojas crujientes, o brillantes,
tampoco a los pescadores en su barca,
independientes,
supervivientes,
ni siquiera al trabajador en su tierra,
en sencillez,
sin necesidades no necesarias,
y como añoro el aroma húmedo,
el de la lluvia, el del frío,
también esa oscuridad bajo los gigantes,
y bajo la luna.

Porque estoy en las afueras,
y tampoco estoy fuera,
siempre me hallo entre paredes,
el humo, el ruido,
nunca desaparecen;
y todo es tan recto,
o tan exageradamente curvado;
una gran esfera se cierne,
y entre lo verde se vislumbra finitud.
Los bosques ya no son profundos como el universo,
ni las junglas, ni los mares,
los pájaros silencian o desentonan,
mientras les rodean los juglares,
hay árboles sin hogar,
y las fronteras naturales,
se rompen sin cesar.

Hay recuerdos que puedo sentir,
de no hace mucho,
de una naturaleza desbocada,
también estos se mezclan,
con mis deseos,
que chocan con los sentidos,
que piden a gritos otro camino;
mientras yo,
los calmo,
con sueños,
con imágenes sencillas,
con poesía,
con lo que me queda,
con lo que nos queda.

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