sábado, 6 de septiembre de 2014

40º

Prendo fuego en cada lamento ignífugo,
y me creo discípulo,
de mi sed, mi cólera,
así, lloro,
por no sentir la amargura de frente.
Y muere en mi la sensatez,
cuando sufro de inmediato,
y todo lo que anhelo se va,
viento en popa,
un tiro al plato.
Llueve también,
En canales y puentes,
y sin cesar,
lo marchito se va,
en aluviones de muerte.
Ocarinas de melancolía,
misérrimas condiciones de anarquía,
en uno y otro lugar,
la nada corre y escapa,
y lo nuevo me atrapa.

Vuelve a la nada,
despierta inerte,
sé aluvión, el fuego,
en cada instante decente.
y mírate a ti mismo,
olvidando el 'soy',
mientras el voy,
se convierte en abismo.

No hay comentarios :