jueves, 27 de noviembre de 2014

Selección Artificial

Observo a través del muro que me aísla,
y todo permanece,
un océano, calma, silencio.
Convivo con la pausa,
cada respiración me suena a acantilados y mar,
la oscuridad domina mi cielo,
domina a las blancas motas de polvo,
la blancura de la nieve de las olas;
aquí estoy,
en una catedral de faros y vacío.
Lejano está mi hogar,
un punto en la vastedad,
suspendido,
nada lo diferencia de las demás luces,
y sin embargo, sé que es distinto,
sé qué es.
Los recuerdos son gritos sin sentido aquí,
viven en aquel borroso grano,
allí se iluminan y mueren.

Echo de menos el día,
y también lo que provocó ésto,
la noche.
Aquí todo son ausencias,
restas, y añadidos por necesidad.
Aun así,
marché,
y me evadí del ruido,
de la sangre, los problemas, el sufrimiento,
todo basado en kilómetros, reinos, poder,
castillos, países, ideas,
ira, crueldad, envidia,
desesperación, incapacidad, control;
desde mi exilio todo es nimio,
la evolución acabada por una fracción de un punto,
por nada.
No puedo volver,
he visto lo inacabable, inabarcable e inimaginable,
la decisión está tomada,
mi camino se aleja de mi morada,
no queda nada para mí,
ni aquí, ni allí,
ni para los que se quedaron,
tan solo tiempo,
cada día más finito,
más acotado,
más rojizo.

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