miércoles, 31 de diciembre de 2014

Punto Muerto

Camino bajo el frío, los aromas conviven y fluctúan, la humedad forma parte de mi cuerpo, mis ojos transforman el suelo en luz, en reflejo, y cada recodo es brillante como ese sol que se esconde tras la cortina de espejos rotos. A mi alrededor una densidad vacía, volátil, tan tenue como mis pensamientos en esa acera desolada.
Yo recorro el escarpado y sinuoso trayecto, al fondo la silueta de mi vertiginosa morada se recorta.
Tan solo paseo, escuchando el fugaz y perpetuo oleaje, con su orquesta apabullando el ruido uniforme de mis regulares pisadas; en el fondo sé que yo también choco contra la roca, pero que vuelvo a empezar, una y otra vez, y soy un eco eterno.
Aquí habito, en mí soledad y plena armonía; no conozco qué hay en el interior de la cueva de mi ser y tampoco sé qué se esconde en el fondo del mar.

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