El animal pierde su esencia,
y si camina como antaño
atravesando las fronteras de la naturaleza
se adentra en lo desconocido,
en unos limites extraños,
en unos limites extraños,
en el abismo metálico.
Nosotros estamos acotados (por ahora),
y ellos están encerrados
en esferas concéntricas,
en la libertad entre jaulas.
La selección natural es flemática,
y ya existen acelerantes,
fórmulas que eligen qué puede continuar,
y la dominación como presunta divinidad.
Los más grandes supervivientes,
los océanos naturales,
contraen con el frío futuro que amenaza;
África no resiste,
Amazonia no resiste,
el Himalaya no resiste,
tan solo se venden despacio;
y cuando se cierre la subasta,
ellos serán un fin humano,
trabas en mitad del camino,
historias del pasado.
Tras ésto caeremos del cielo,
volveremos a tocar tierra,
la que ya será nuestra (por eliminación),
y no sobreviviremos a nosotros mismos,
así, acabaremos,
no como dioses,
como animales,
y como cada organismo vivo,
descompuestos en el tiempo.
Por naturaleza no podemos ser sin ellos,
por sentido, y por no dejar de ser de este planeta,
no somos nada ni nadie sin compartir la tierra.
No hay comentarios :
Publicar un comentario