sábado, 22 de noviembre de 2014

Terráqueos

El animal pierde su esencia,
y si camina como antaño
atravesando las fronteras de la naturaleza
se adentra en lo desconocido,
en unos limites extraños,
en el abismo metálico.

Nosotros estamos acotados (por ahora),
y ellos están encerrados
en esferas concéntricas,
en la libertad entre jaulas.

La selección natural es flemática,
y ya existen acelerantes,
fórmulas que eligen qué puede continuar,
y la dominación como presunta divinidad.

Los más grandes supervivientes,
los océanos naturales,
contraen con el frío futuro que amenaza;
África no resiste,
Amazonia no resiste,
el Himalaya no resiste,
tan solo se venden despacio;
y cuando se cierre la subasta,
ellos serán un fin humano,
trabas en mitad del camino,
historias del pasado.
Tras ésto caeremos del cielo,
volveremos a tocar tierra,
la que ya será nuestra (por eliminación),
y no sobreviviremos a nosotros mismos,
así, acabaremos,
no como dioses,
como animales,
y como cada organismo vivo,
descompuestos en el tiempo.


Por naturaleza no podemos ser sin ellos,
por sentido, y por no dejar de ser de este planeta,
no somos nada ni nadie sin compartir la tierra.

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